Godoy Cruz volvió a jugar un partido para el olvido. Inclusive, peor que lo que venía haciendo. Una formación inentendible y un equipo que no tiene ningún argumento positivo. Solo el apoyo incondicional de su gente que nuevamente llenó el Gambarte y se bancó contemplar a un equipo sin alma, pero, sobre todo, sin juego.

Godoy Cruz está destinado a ir por el milagro y ese milagro que necesita puede estar más cerca de lo que puedan perder los otros que lo que pueda ganar este equipo.

Lo que parecía una inyección de oxígeno de parte de la llegada del Turco Asad terminó siendo más de lo mismo. Una seguidilla de determinaciones absurdas que no hicieron más que complicar aun más lo malo que estaba todo.

Atlético Tucumán y Riestra, los próximos rivales en busca de la salvación. Como dijimos allá por principio de año cuando perdíamos 3 a 0 ante Central en el Legrotaglie. «Habrá que rezar».

Ya habrá tiempo para hablar de la dirigencia, total responsable de este momento calamitoso del equipo.

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